Peregrinos de las localidades más remotas del interior llegan a la ciudad para renovar su pacto de fidelidad con sus patronos. Vienen de San Antonio de los Cobres, Cachi, Cafayate, Iruya y demás localidades de la provincia.
Recorren caminos polvorientos a pie bajo el sol y el frió de la noche. A lo largo del trayecto la gente los espera para alentarlos y asistirlos con agua, café calentito y comida.